jueves, 28 de febrero de 2013

Los juegos del destino (Silver Linings Playbook) - Reseña - Películas

   La ventaja de las películas independientes es que se basan en dos premisas: una buena historia y actuaciones sólidas. Aquellas que logran reunir estas características son capaces de poner en el olvido a las producciones más fastuosas. “Los juegos del destino” (Silver linings playbook) se sostiene sobre estos pilares entregando un filme que supera expectativas. Su tema, el síndrome bipolar, antes románticamente llamado maniaco-depresivo, es fuerte y crear una película que no fuera pesada fue un reto difícil para el director David O. Russell. Sobre este punto tenía mis dudas inicialmente, Hollywood ama tratar este tipo de problemas de una manera ligera haciendo una parodia de los padecimientos sin importarle el verdadero sufrimiento de los pacientes; algunos ejemplos los tenemos con “Mejor... imposible” (As good as it gets) o “Cuando los hermanos se encuentran” (Rainman). En su búsqueda por entrenetener dejan atrás el aspecto realistico de las enfermedades. Definitivamente no es el caso de “Los juegos del destino”. David O. Russell reescribió el guión 25 veces para lograr la exitosa mezcla de realismo y entretenimiento que nos brinda. Ahora contamos con este género de películas, la comedia-drama, que toma lo mejor de los dos mundos sin perdese en el camino.
   La premisa de la historia es relativamente sencilla, una historia de chico conoce chica con el giro de que ambos protagonistas sufren del síndrome bipolar. Patrizio (Bradley Cooper) sale de un hospital psquiátrico bajo la custodia de sus padres después de atacar al amante de su esposa hasta casi matarlo. Su padre (Robert De Niro), quien probablemente sufre desorden obsesivo-compulsivo, no se encuentra del todo convencido de la recuperación mental de su hijo pero decide aceptarlo de nuevo en la familia. En una cena en casa de un amigo, Pat conoce a Tiffany (Jennifer Lawrence), una viuda quien también sufre de desordenes mentales. Durante el resto del filme vemos desarrollarse la historia de los dos personajes tratando de salvar los obstáculos que sus mismas mentes ponen sobre ellos.
   La película no sólo trata sobre temas psiquiátricos, sino sobre la manera de superarlos. La solución es obvia pero nunca fácil, la familia y el amor. La familia de Pat está casi destruída, no sólo por sus problemas sino principalmente por las manías de su padre quien no es un pilar al cual aferrarse. Pat Sr. Trata de acercarse a su hijo pero no sabe cómo hacerlo, cree que la mejor manera es forzarlo a ver futból americano y enseñarle cómo él se gana la vida haciendo apuestas. Pero Pat necesita algo más, una verdadera relación que no sea a través de un monitor de TV y unos padres que obviamente sienten lástima por él. Es entonces cuando entra Tiffany, aunque para llegar a ella tendrá que superar los demonios del pasado.
   No es casualidad que los tres actores mencionados y Jackie Weaver quien interpreta a la madre de Pat, hayan recibido nominaciones al premio Oscar. Cooper muestra a un personaje en verdadero conflicto interno sujeto a las pasiones incontrolables de su interior. Este personaje no se parece en nada al soso bipolar Mr. Jones interpretado por Richard Gere hallá por los años noventa. El Pat de Cooper es en verdad inestable, grita a las cuatro de la mañana por el final de un libro, se altera al escuchar música, y hace ejercicio feliz de la vida como si nada hubiera pasado. En ocasiones se siente que va a tener un ataque de manía pero Cooper lo lleva más allá de una simple alegría a una furia desatada. Su mirada es intensa. Por otra parte Lawrence da el otro lado del síndrome bipolar, la depresión. Afortunadamente no la vemos llorando como uno esperaría de una actuación deprimente. Se encuentra en un estado irritable, a veces abúlico. Sin embargo esto no le impide buscar lo mismo que Pat para su recuperación, el amor. En verdad difícil lograr estos estados sin caer en una caricatura de los mismo. De alguna manera logran sacar risas sinceras como si de pura comedia se tratase reflejo de un guión muy bien estudiado. Robert De Niro es aún más sutil, no es presentado como un “enfermo mental” mas de inmediato nos damos cuenta que algo no está bien con su personaje, la actuación está en los ojos y De Niro puede tener miradas muy perturbadoras. Pat Sr. parece un jefe de familia ordinario pero capaz de destellos de violencia peor que los de su hijo. No hay que tomar por sentado estas actuaciones, son producto de la profunda capacidad de los actores.
   “Los juegos del destino” es coherente y sigue un buen ritmo. Tal vez en el último acto algo precipitado como si David O. Russell tuviera miedo de que su audiencia se aburriera a la mitad del filme. Es entonces cuando decide poner una subtrama acerca de un concurso de baile que tienen que ganar Pat y Tiffany. Si bien el concurso se presenta desde la mitad, el clímax nos da un par de carcajadas obvias fuera de lugar en esta película. Aún así esto es sólo un pequeño bache, no quita mérito al trabajo artístico. Russell ya nos había deleitado con películas como El luchador (The Fighter), su trabajo anterior es prescindible. Va por buen camino y esperamos ver más regalos actorales como en “Los juegos del destino”. ¡Véanla inmediatamente!

1 comentario:

  1. Genial pelìcula, sin duda nos enseña a que con un estimulo aptopiado y conservando lq inteligencia suficiente se pueden superar muchos desordenes mentales.La pelicula empieza haciendonos sentir qie terminara en tragedia sin embargo tiene un final feliz! muy recomendable.

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