Mostrando entradas con la etiqueta Woody Allen. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Woody Allen. Mostrar todas las entradas

martes, 2 de octubre de 2012

Woody Allen: Arte y Entretenimiento

    En una de las regulares tertulias sabatinas con mis amigos, donde principalmente se discute sobre la vida, política y en gran medida cine y tv, uno de los presentes lanzó la siguiente pregunta: ¿Por qué son tan famosas las películas de Woody Allen? No entendía por qué tanto alboroto por un director añoso que se ha dado a conocer a las nuevas generaciones por sus filmes Vicky Cristina Barcelona y Medianoche en París, siendo éstas catalogadas como “solo buenas”. De inmediato recordamos aquella ocasión hace unos años cuando invité al grupo a ver Annie Hall, película emblemática de Allen, con resultados inesperados. La mayor parte de la audiencia se durmió y la otra aguantó en silencio hasta el final sólo por consideración a mi persona.

    La pregunta continúa, ¿por qué se considera a Woody Allen como un gran director? Sin lugar a duda lo es por su originalidad y desenfado al concebir sus filmes. Logró unir lo que pocos pueden, el arte y el entretenimiento. Las películas como un medio de expresión de los sentimientos humanos. Después de conocerlo y apreciar un poco de su producción, es casi imposible no ver su sello en toda su obra. Así como Chaplin se dio a conocer por su personaje del vagabundo, Woody Allen es conocido por su personaje fóbico nervioso, encarnación de las neurosis del hombre metropolitano del siglo XX.
   No teme desnudar su alma en el celuloide, enseñar al mundo los complejos que la sociedad ha creado en su persona. Sus deseos y perversiones quedan plasmados con claridad. Recordemos el caso de su película Manhattan en el que su personaje sale e incluso tiene relaciones con una jovencita menor de edad, caso que varios años después replicó en la vida real al casarse con Soon-Yi, la hija adoptiva de su esposa Mia Farrow. En Los enredos de Harry, el personaje joven calenturiento interpretado por Tobey Maguire decide contratar a una dominatrix asiática, otra referencia a la vida personal de Allen. Sus guiones no están concebidos para satisfacer a un público masivo ansioso de comedia clásica sino como un deshago personal, característica de todo artista.

    Sin embargo lo importante es la dupla arte-entretenimiento. Sin lo segundo sus películas probablemente serían conocidas pero sólo por un selecto grupo como es el caso de diversos directores “de arte”, Ingmar Bergman, Federico Fellini, Akira Kurosawa, por mencionar algunos. Woody Allen estaba determinado a hacer buenas películas, trascendentes, pero que fueran vistas. Por eso sus tramas y la edición es digerible, sin pretensiones. Su tema favorito son las relaciones humanas, el amor cambiante y traicionero. No puede haber tema más comercial que éste. Pero visto desde su perspectiva es único, apasionado, triste y nostálgico a la vez. Sus guiones llevan la historia de manera inteligente y veraz. En toda la verborrea de su personaje, hay referencias culturales sin fin. Se habla de literatura, teatro, música pero de manera rápida y sutil, más vale saber de qué está hablando de lo contrario se pierde gran parte del encanto de su guión.

   El señor Allen también muestra todo su genio en el uso de la cámara. En el aspecto estético Manhattan es su obra que sobresale. Gran parte de su trabajo se situa en esta isla retratando a la clase intelectual pero es en Manhattan donde une actuación y fotografía. Filmada en blanco y negro, la primera secuencia que muestra escenas de la ciudad con la música de Geoge Gershwin es un clásico así como la silueta de él y Diane Keaton sentados en una banca frente al puente de Brooklin. El amor de Allen por Nueva York es patente y lo usó hasta el final. Ahora Europa es su punto de acción y trata de ensalzar ciudades como Londres, Barcelona y París.

    La carrera como director de Woody Allen empieza en la comedia de pastelazo, allá por los años 60s. En ese entonces todo era entretenimiento, su toque aún estaba en etapa larvaria. Películas como El dormilón o Bananas muestran su anhelo de originalidad sin estar totalmente logrado. Fue hasta 1977 con Annie Hall que aprendió a sacar la paja de sus películas y quedarse con la esencia. Originalmente el guión trataba de una pareja que tenía problemas en su relación y que intentaba resolver un crimen. Finalmente deshechó la parte del crimen y la trama se centró en el origen y final de una relación amorosa. La película le valió el premio de la Academia y lo confirmó como un director destacado. Finales de los 70s y los 80s fue su época dorada con películas como Manhattan, Hanna y sus hermanas, Crímenes y pecados, Zelig o La Rosa púrpura del Cairo. Después vino el desenamoramiento del público con su trabajo, justo como sucede en sus películas. Es hasta la presente década que comienza a nombrarse al nuevo director con premios y nominaciones al Oscar.

    Dentro de la gama de opciones para ver en el cine, Woody Allen destaca por no dejarse llevar por lo comercial y el vacío de las producciones hollywoodenses. Lo que es en sí un verdadero logro. En sus películas no encontraremos efectos especiales, extraterrestres belicosos o zombies hambrientos sino una disección perfecta y real de las relaciones entre seres humanos. Si bien sus nuevas producciones han perdido un poco ante las ridículas demandas del nuevo público cinéfilo, Woody Allen se mantendrá en el Olimpo de los directores que desearon ver a su medio convertiro en el verdadero séptimo arte.